Mi intuición me dijo: “¡Esto lo tiene que saber, todo el mundo!”. Sentí el llamado.
Mi amor por la práctica de yoga nace hace 17 años, con el fin de mejorar mi flexibilidad, como muchos, me acerqué a una clase de yoga por primera vez, y sentí que no era mi, puesto que no podía nada. Sin embargo, algo paso a nivel muy sutil, que me hizo volver.
La sensación de paz después de hacer yoga, no era algo que había experimentado haciendo ejercicio. Regresé y me comprometí 2 veces a la semana, hasta se volvió mi ancla. No solo emocional, sino física.
Decidí certificarme como instructora de yoga, con el fin de profundizar en mi práctica y saber más de la filosofía. Sin darme cuenta qué descubrí información muy valiosa, sintiendo la necesitad de compartir.
La sensación de paz después de hacer yoga, no era algo que había experimentado haciendo ejercicio. Regresé y me comprometí 2 veces a la semana, hasta se volvió mi ancla. No solo emocional, sino física.
Decidí certificarme como instructora de yoga, con el fin de profundizar en mi práctica y saber más de la filosofía. Sin darme cuenta qué descubrí información muy valiosa, sintiendo la necesitad de compartir.
Parecido me pasó con la Sonoterapia. En una clase de yoga que estaba impartiendo en un estudio, toqué los cuencos que estaban ahí como material de apoyo, y dije: ¡wow! Que sonido tan sanador.